Vaivenes amorosos al ritmo de las estaciones

jueves, noviembre 20, 2008

El título original de esta película turca es Iklimier, creada en el año 2006, es el cuarto film del director Nuri Bilge Ceylan, nacido en 1959. Como en dos de sus films anteriores: “Lejano” y “Nubes de mayo”, el director convierte al paisaje en un protagonista más de su película, logrando una textura exquisita.

El argumento gira en torno a una pareja, compuesta por Isa -profesor de arte- y Bahar -joven que trabaja como diseñadora artística-, que pasa sus vacaciones en las costas del mar mediterráneo en Turquía y cuyo romance finaliza, desembocando en distintos conflictos que persiguen a los intérpretes.

Película intimista, ardua, por momentos un poco lenta, pero estéticamente impecable. Aquí se destaca el trabajo fotográfico de Gokhan Tiryaki, ya que logra trasladar a lo audiovisual el clima que vive la pareja tras su ruptura y transmitir eso en auténticas sensaciones de frío y calor. Hay una excelente metáfora entre las estaciones del año, y los climas por los cuales pasan los protagonistas, que el trabajo fotográfico retrata perfectamente. Por su parte Ceylan se explaya en la composición y parece ensimismarse una y otra vez en la variedad de planos fijos, como lo son las imágenes de la actriz Ebru Ceylan al comenzar y finalizar la película.

Las actuaciones, se tornan más creíbles al sustentarse en una pareja que lo es en su vida real; el hecho de que los intérpretes tengan una relación por fuera de la ficción contribuye en parte a la composición de los personajes y a la convicción de la película, ya que no deja de ser una historia antes contada, aunque con otros matices.

Tanto Isa como Bahar pasan por vaivenes a lo largo de todo el film, sufren cambios, al igual que las estaciones y sus diferentes climas.

El director logra exponer la vulnerabilidad de los sentimientos, de los deseos del corazón, de las pasiones humanas, y muestra como la felicidad se puede alejar de repente.

Esta radiografía de un desgaste de pareja, utiliza pocas palabras, planos bien encuadrados y abunda en silencios, que siempre dicen más que las palabras, pero que pueden llegar a aburrir a algunos espectadores.

Con una mirada áspera y honesta, Nuri Bilge Ceylan nos acerca a otro hecho de la vida cotidiana, emparentando el pasar de las estaciones con la variante naturaleza humana.

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